Anotación a Lc 3, 3

      Lucas sigue proporcionando datos que permiten ubicar a Jesús en la historia. Estamos en el año 27 “después de Cristo”. Los judíos han perdido su autonomía y su país está dividido en cuatro provincias. Herodes y Filipo, nietos del Herodes de que se habló anteriormente, gobiernan dos de esas provincias.
      A propósito de esta predicación de Juan, que conmovió tan profundamente al pueblo judío, Lucas subraya tres puntos:
– los que se niegan a convertirse.
– la predicación de Juan.
– la diferencia entre la obra de Jun y la de Jesús.
      Decía a la multitud: Raza de víboras… Aquí, Lucas simplifica. Mateo (3,7) dice que Juan reprendía a los fariseos y saduceos que venían más bien a observar y a juzgarlo que para convertirse. (Sobre fariseos y saduceos, véase Mateo 16, 1.) Ellos se conforman con ser de la raza elegida: con esto creen que no necesitan buscar la verdad, ni tratar de ser mejores, ni cambiar de mentalidad. Semejante confianza existe hoy todavía: “En nuestra familia somos católicos…”
      ¿Qué debemos hacer?
      Que el que tenga dos capas dé al que no tiene. Esto significa una sociedad comunitaria preocupada por dar a todos lo necesario y no aceptar ciegamente las diferencias nacidas del dinero.
      No cobres más de lo debido. Esto significa justicia y honradez y negarse a usar su poder o su situación para aprovecharse de los demás.
      Yo bautizo en el agua… él bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. El rito del bautismo (hundirse en el agua), puede tener varias significaciones (véase Mateo 3,1). El bautismo de Juan significa el deseo del hombre de cambiar de vida. El bautismo de Jesús hace al hombre nuevo, por la venida del Espíritu Santo (v. Hechos 2). Juan pide una conversión, es decir, un cambio de actitud, como ser: no oprimir más al prójimo, compartir con el que no tiene. Jesús también pide una conversión, pero más profunda: el pecador debe descubrir el amor del Padre y responder a Cristo que sana el corazón. Hay muchos que entienden el llamado de Juan, pero no alcanzan a creer en Jesús: incluso para ellos Jesús es “ocasión de caída” (Lucas 7, 23).
      Él tiene en sus manos la pala para limpiar su era. Así es como hasta el mismo Juan ve a Jesús. Ignora, como los demás judíos, la manera cómo actuará el Mesías. Sin embargo, el evangelista Juan dice que reconoció en Jesús al Cordero de Dios, es decir, el que se sacrifica por los hombres
      La predicación de Juan no fue necesaria solamente para el tiempo de Jesús. También hoy se precisa escuchar su voz para preparar el camino del Evangelio. Donde no hay empeño para un mundo justo y una vida honrada, el Evangelio no puede echar raíces. Pero el que hace el trabajo de Juan no puede olvidar que Jesús ha de venir después.