En el año 50, Pablo llega a Tesalónica, ciudad importante y capital de la provincia de Macedonia (v. Hechos 17,1). Ahí, después de ser rechazado por los judíos, dirige su predicación a los paganos, logrando formar una comunidad. Apenas transcurridos tres meses, un motín originado por los judíos lo obliga a alejarse.
¿Qué va a suceder con estos recién convertidos a los que apenas enseñó las bases de la vida cristiana?
Pablo, muy preocupado, envía a Timoteo para que vea y trate de fortalecer esa Iglesia. Timoteo vuelve optimista, y Pablo, tranquilizado, manda desde Corinto esta carta a comienzos del año 51.
Es el más antiguó de los escritos del Nuevo Testamento.