Al encontrar a Cristo, ¿hemos realmente hallado todo?
Un joven univrsitario criado en la fe, explica cómo llegó a ser militante marxista: “Yo quería ‘amar’ más eficazmente a mis compañeros”.
Otro declara: “La fe es útil para los que todavía no tienen la ‘visión verdadera de las cosas’ que nos proporciona la ciencia moderna”.
Otro busca en doctrinas orientales el medio de superar los placeres engañosos de la vida y “entrar en comunión con lo infinito”.
Estos tres ejemplos parecieran decir que la fe, por hermosa y respetable que sea, es limitada, y que habría algo en el hombre que Cristo no satisface. Por el contrario, en esta Primera Carta, Juan afirma: al tener al Hijo de Dios, ustedes están en la Verdad total, andan en el Amor verdadero, y están en comunión con Dios mismo.
Pero quizás nos engañamos a nosotros mismos cuando pretendemos estar en Cristo. Y por eso Juan precisa los criterios, las condiciones que nos permiten verificar si realmente andamos en la luz y vivimos en el Amor.
De este modo, la primera carta de Juan completa su Evangelio, en el que había demostrado que al creer o no en Cristo tomamos la decisión más importante de la vida humana.
En esta carta se pueden reconocer tres partes:
– andar en la luz 1,5 – 2, 29.
– vivir como hijos de Dios 3,1 – 4,6.
– Dios-Amor es fuente del amor 4,7-21 y fuente de la fe 5.