INTRODUCCION A EFESIOS

      Recordemos una fotografía espacial que recorrió el mundo: la Tierra aparece sobre el horizonte de la Luna. A esa distancia desaparecen las fronteras y ya no se oye el rumor de los conflictos. La Tierra es una. La humanidad es una. Al cabo de siglos de paciente búsqueda, ha reunido sus fuerzas para conquistar el universo.
      ¿De dónde viene el impulso que lleva al hombre hacia el progreso? ¿Adónde llegará la humanidad al cabo de su historia y de sus repetidas victorias sobre la ignorancia, la enfermedad y las fuerzas de la naturaleza?
      En las cartas a los Efesios y a los Colosenses, Pablo contesta: Cristo es el que está actuando dentro de la humanidad, Cristo es el término de la historia.
      Cristo no es solamente “rey dé los corazones”. Tampoco se parece a los reyes antiguos que se vestían de oro, pero no tenían ningún poder sobre el universo. Cristo resucitado es el Corazón del Universo, o su Cabeza; en Él se reúnen todos los hombres, de él vienen todas las fuerzas del mundo y todo se dirige hacia Él, Principio y Fin de la Creación.

      Pablo estaba preso en Roma, por el año 62, cuando supo que las Iglesias de la provincia de Éfeso se dejaban perturbar por predicadores de origen judío, que pasaban como muy entendidos en materias religiosas; se preocupaban mucho de los ángeles que administran el mundo y hablaban bien poco de Cristo. Entonces, Pablo escribió una carta a los colosenses, y otra a las comunidades cercanas a Éfeso: la presente carta “a los Efesios”. En ella recalca las grandes certezas de la fe, presentando a Cristo como Cabeza de la Iglesia y meta última de la humanidad.