Anotación a Núm 20, 1

      Con los capítulos 20-25 volvemos a las tradiciones antiguas sobre los acontecimientos del desierto.

      El suceso que se relata al comienzo parece ser el mismo contado en Ex 17,1. Ustedes no han confiado en mí. Este reproche es algo misterioso. El pecado de Moisés parece estar más que en pegar dos veces en la roca, en su respuesta del versículo 10. No se atrevió a decir: “Yavé les hará salir agua de esta roca” sino que como dudando dijo: “¿Acaso les haremos salir agua?”
      Así, en la vida del más grande de sus profetas, el pueblo judío reconocía la herida del pecado y de la incredulidad. La Biblia dice que por haber desconfiado de Dios en ese lugar no tuvo el gozo de introducir a Israel en la tierra de Canaán. Esto en realidad contiene una enseñanza más profunda: Moisés no podía introducir a Israel en la patria verdadera y tampoco podía entrar él mismo, siendo pecador.
      Como lo recuerda Pablo: “Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Rom 3,23) y necesitan a Cristo.

      Se notará en 20,5 otra ilustración del materialismo.