Anotación a Mt 5, 17

      Cristo no destruye lo establecido en el Antiguo Testamento, llamado la “Ley Antigua”, sino que la completa y la perfecciona. Ya no se tratará de ejecutar una serie de mandatos sino de dejar que nuestra conciencia se interiorice del espíritu que se expresaba en dichos mandatos.
      Se dijo a los antepasados: “No matarás.” Cristo perfecciona este mandamiento y le da todo su profundo sentido de respeto para la dignidad de la persona humana.
      Enseña cómo las relaciones humanas son más importantes que los actos religiosos puramente externos. Primero hay que saber convivir y para eso hay que perdonar. Perdonar a la manera de Cristo es amar y reanudar las relaciones con el prójimo. No basta acallar el rencor.
      Si el hermano tiene una queja contra nosotros si estamos en deuda con él, hay que dar el primer paso para reconciliarnos. Después podremos presentar nuestra ofrenda en el Altar. Se puede ver con provecho: Is 1, 11 y Oseas 6, 6.
      Jesús recomienda vivir sin deudas, sin asuntos pendientes entre hermanos. Habrá un juicio donde todo se pagará.

      Pablo en sus cartas afirma que la Ley judía fue reemplazada, aunque Dios mismo la había dado por intermedio de Moisés. Pero debemos notar que cuando habla de la Ley piensa especialmente en las observancias religiosas que tanto preocupaban a los judíos en su tiempo. Los mismos mandamientos le parecen ya inútiles, pues el que se deja guiar por el Espíritu de Cristo descubre fácilmente lo que contenían esos mandamientos. Mateo tiene otro enfoque, sabe que la Ley enseñaba al pueblo judío una vida social más justa, guiada por la misericordia y el respeto al hombre. Es lo que Cristo llevó a la perfección al insistir en la actitud interior que debe inspirarlo todo.