El primer día de la fiesta en que comían pan sin levadura. En la fiesta de Pascua y de los Azimos, los judíos sacrificaban y comían el Cordero Pascual, y durante toda esa semana, comían pan sin levadura (v. Ex 12,15-34), en memoria de la salida del Pueblo de Dios de la esclavitud de Egipto. Jesús iba a ser inmolado para liberación de toda la humanidad, y esto tenía que suceder en la misma semana de la fiesta Pascual.
Todo lo había previsto. El mismo tomó la iniciativa: “Mi vida nadie me la quita, yo la doy”.
Es mi cuerpo, es mi sangre. La fe cristiana entiende estas palabras de la misma manera y con la misma fuerza que las que dicen que el Hijo de Dios se hizo carne y sangre. Se hizo realmente hombre, compartiendo lo que somos, cuerpo, carne y sangre. Y para transmitirnos su vida divina nos concede que compartamos su propio cuerpo como alimento y bebida. El pan que usa Jesús es símbolo de su cuerpo y al mismo tiempo el propio cuerpo de Jesús, de un modo misterioso.
Así lo entendieron los apóstoles y la Iglesia. Pablo recuerda muy claramente en 1 Cor 11 que la Eucaristía es el propio cuerpo y la propia sangre de Cristo.
La sangre de la Alianza. En el monte Sinaí, Dios había celebrado la Alianza con su pueblo (Ex 24,8), y en cada Pascua se recordaba a la vez, la salida de Egipto y la alianza de Dios. Sin embargo, los profetas habían anunciado que Dios daría a su pueblo una Alianza Nueva y definitiva (Jer 31, 31). Pues bien, esa alianza se cumple en la Pasión de Cristo. Por la sangre de Cristo somos reconciliados cada cual con Dios. Por la sangre de Cristo Dios purifica ese nuevo pueblo suyo que son los creyentes reunidos en la Iglesia (v. Ef 1 ,7; Rom 3, 24).
No voy a beber más de este vino, hasta que lo beba nuevo. La Eucaristía no es solamente el recuerdo de la muerte de Jesús, sino que anuncia el día en que Cristo celebrará el “banquete del Reino” con toda la humanidad a su alrededor.
La Ultima Cena de Jesús fue la primera del culto cristiano. En vez de las solemnes ceremonias del Templo, el momento más important de la vida de la Iglesia, será una comida fraternal, en que Jesús se hace pan de vida.
– En ella, además, hacemos presente entre nosotros la muerte de Jesús;
– nos acercamos a Cristo resucitado;
– afirmamos nuestra esperanza de vernos reunidos todos los hombres con Él “en el día que venga”.
La Cena Eucarística es comida fraternal, y a la vez, acción de gracias al Padre que nos salva. Jesús la celebró cantando los salmos que acompañaban la Pascua tradicional. Son los salmos 114, 115, 116, 135 y 136, todos de acción de gracias. Indican los sentimientos de Jesús en la víspera de su muerte.