Narrar los hechos que han ocurrido entre nosotros. Tal fue la preocupación de la primera generación cristiana cuando, en los años sesenta (o sea, treinta años después de la muerte y de la ascensión de Jesús), empezaron a desaparecer los que habían sido testigos oculares.
La Iglesia de ese tiempo guardó cuidadosamente los relatos, recuerdos y tradiciones, preocupada de que nada se perdiera ni se deformara. Lucas usa los mismos relatos que emplearon antes que él Marcos y Mateo: de ahí las semejanzas entre estos evangelios. Dice que se informó personalmente: de ahí vienen las partes de su evangelio que le son propias, y en primer lugar, los dos primeros capítulos que narran la infancia de Jesús, y a lo mejor Lucas nos transmite aquí el testimonio de la propia María.
Lucas ofrece su escrito a Teófilo, al cual también dedicará su segundo libro: Los Hechos de los Apóstoles. Teófilo era un cristiano acomodado. Al dedicarle su Evangelio, Lucas podía esperar que tome a su cargo los gastos necesarios para hacer varias copias, en un tiempo en que no existía la imprenta.