La resurrección de Lázaro es el séptimo y último milagro de Jesús en el Evangelio de Juan. Jesús nos dice aquí que viene para resucitar al hombre, a cada hombre.
Con toda intención las primeras palabras son para presentar al hombre enfermo. Lázaro aparece como imagen del hombre herido por el pecado y que camina a la muerte: “Jesús lo quería”. El milagro de Jesús no es más que la señal de la verdadera resurrección, pues Lázaro volvió a la existencia humana para morir después otra vez. La verdadera resurrección en cambio es espiritual: empieza cuando por la fe, uno sale de sí mismo para abrirse a la vida de Dios; y es también definitiva: el hombre entra con toda su personalidad en otro mundo que no pasará.
Señor. Siete veces en este relato llaman Señor a Jesús. Juan pone de propósito esta palabra en boca de los protagonistas del relato; pues en realidad todos ellos decían “Maestro” a Jesús. Y solamente después de su resurrección, los creyentes llamaron a Cristo “el Señor”, lo que era un título divino. Así, el presente milagro es presentado como la anticipación de la resurrección de Jesús en la que aparece como el Señor, que es todo para los hombres.
Los judíos de allá querían matarte. Los judíos estaban bajo el dominio de los romanos y por eso les era difícil tomarlo preso legalmente. Solamente podrían hacerlo donde sus comunidades religiosas y su organización política eran más fuertes, es decir, en Jerusalén y sus alrededores, la parte más poblada de Judea. Saliendo al sur, hacia el desierto, o quedándose al otro lado del Jordán, Jesús estaba seguro. Vamos a ver que la resurrección de Lázaro fue la ocasión para que sucediera la muerte de Jesús; llevará al Hijo de Dios a ser glorificado, por su muerte y su resurrección.
Si uno anda de día. Esta frase tiene otro sentido espiritual: Jesús enseña que quien tiene luz dentro de sí, es decir, cumple un designio de Dios, puede andar seguro, cualesquiera que sean los riesgos aparentes. Esto viene a completar lo que dijo sobre los que actúan cuando es la Hora.
Estaba en la tumba desde hacía cuatro días. Los judíos enterraban el día mismo de la muerte. Los cuatro días confirman que estaba realmente muerto, aun teniendo en cuenta las creencias populares de que durante tres días el espíritu del muerto vagaba alrededor de su tumba.
Yo soy la resurrección y la vida. Jesús instruye la fe de Marta; la resurrección no le llega al hombre de afuera como un acontecimiento cósmico; le viene de Alguien que es Cristo. A partir del momento en que creemos, Jesús empieza a comunicarnos la resurrección.
Desátenlo. Los judíos enterraban a sus muertos vendados con lienzos. Pero la palabra significa además otra cosa: desatar era la palabra que usaba la Iglesia primitiva para hablar del perdón de los pecados. Al igual que Lázaro, el que recibe el perdón, vuelve a vivir y puede caminar.