Juan Bautista envía a Jesús a los que van a ser los primeros discípulos. Este hecho quiere indicarnos que todos necesitamos de alguien que nos guíe hacia Cristo. Para trabajar al servicio del Reino, necesitamos que otro nos prepare el terreno como hizo Juan con Cristo. Y también si, como Juan, tenemos influencia sobre otros, no debemos mantenerlos apegados a nuestra persona, sino tratar de que más allá de nosotros descubran a Cristo.
Jesús llama a Simón con el sobrenombre de Kefas, es decir, Roca o Piedra, y ese fue el nombre que llevó Pedro en adelante. Jesús lo miró fijamente y le dio este apodo que Simón no podía entender. Cuando más tarde, Cristo haga de Pedro la primera Piedra de su Iglesia, todos sabrán que desde el comienzo, el Hijo de Dios lo conocía y lo había elegido.
¿Qué cosa buena puede salir de Nazaret? El pueblo de Jesús no tenía buena fama.
Ahí es donde yo te conocí. Jesús le demostró a Nataniel que leía las conciencias. Jesús va de camino con sus discípulos, como caminan dos amigos. Así empieza el compromiso del militante de Cristo. Pero algún día verán a Cristo en su Gloria.
En aquel tiempo fue Jesús quien llamó a esos discípulos; ahora es la Iglesia la que nos llama. Puede ser que un compañero nos invite a una reunión o que nos den un evangelio, o que hayamos asumido una responsabilidad sabiendo que es parte de nuestro deber. Empieza así el camino del descubrimiento.
¿Qué buscan?, ¿qué quieren?, dice Jesús a Juan, a Andrés y a todos los hombres. Son las primeras palabras de Jesús en este Evangelio y tienen una importancia máxima. Jesús atrae, nunca obliga. Entre tantas cosas que hoy despiertan nuestro interés, sepamos guardar en el corazón el deseo vehemente de conocer a Jesús: “Maestro, ¿dónde vives?”, y también para conocerlo bien, nada mejor que aprovechar un día para pasarlo con él, fuera de nuestras ocupaciones habituales, meditando o conversando sobre él y con él.
¿Quién es Jesús? Juan pone con toda intención, uno después de otro, esos nombres: “Maestró”, “el Mesías”, “del que hablaron los profetas”, “el Hijo de Dios”. Así nos da a entender lo que los discípulos de Jesús van a ir descubriendo en Él. Al comienzo no ven en él más que “El Maestro” con quien conviven.
Pero Jesús es “el Camino” (v. 14, 5) y nos encamina hacia el mundo de arriba, hasta el Padre. El creyente encuentra a Jesús hombre y se siente atraído por su personalidad humana, pero de ahí pasará a creer en él y a reconocerlo como su Señor. También esta fe progresará, dándonos la evidencia más y más clara de la única Verdad. Así nos preparamos para ver la Gloria de Dios.
Juan nos relata siete milagros que él llama “señales”. Eso quiere decir que un milagro no es solamente una demostración del poder de Jesús, sino que además, es una señal, una cosa visible que anuncia la verdadera obra de Jesús que salva al mundo.