Anotación a Is 8, 1

      Los profetas enseñan con palabras y también con sus actuaciones. Aquí el nombre extraño que Isaías da a su hijo, sirve de anuncio para toda la gente. Este con el Emanuel del presente capítulo forman pareja, y sus nombres se complementan para designar a la vez la invasión asiria provocada por Ajaz y la liberación que vendrá a continuación.
      La fuente de Siloé es el único lugar de abastecimiento de agua en Jerusalén, situada en una planicie. Es el símbolo de la secreta protección de Yavé presente en medio de su pueblo y en que todos deberían apoyar su fe. Al contrario, el rey de Asiria, a quien llamó Ajaz para que lo socorriera, será como el río cuyas aguas embravecidos inundan todo. Sin embargo, Dios lo destruirá finalmente.

      Frente a la amenaza de un peligro, los hombres como Ajaz recurren a medios que no ofrecen sino la apariencia de salvación. Política contra política, violencia contra violencia; son medios que no hacen progresar la historia verdadera. El creyente, como Isaías, confía totalmente en Dios. Se mantiene firme y tranquilo al actuar según lo sugiere la Palabra del Señor, cuando otros solamente siguen la corriente que los arrastra; su seguridad es la fuente de Siloé, es decir, la protección de Dios.