Quien ha leído el Nuevo Testamento sabe que los judíos en el tiempo de Jesús esperaban un Mesías. Pero no lo habían esperado siempre. De Abraham a David, los israelitas esperaban una tierra prometida por Dios, y la conquistaron. Después de David, pensaron que no se podría hallar alguien mejor que él, y durante los dos siglos y medio que siguieron esperaron solamente que los reyes presentes y venideros se le parecieran. La misma promesa hecha por Dios a David con respecto a sus descendientes (2 Sam 7,14) no se entendía como el anuncio de un Mesías futuro.
Isaías es el primero que anuncia al Mesías, es decir, a un rey parecido a David pero superior a él. Aquí lo presenta como el brote que sale de la raíz, después de cortado el árbol. Así, da a entender que los presentes reyes, pecadores y poco creyentes, van a desaparecer. El Emanuel, más que descendiente de David, será un nuevo David, (se lo llama hijo de Jesé, como David).
Será el hombre del Espíritu, como los prófetas y más que ellos. Estos eran impulsados por la fuerza misteriosa llamada “Espíritu de Dios”, pero no constantemente. En cambio, él tendrá el Espíritu permanentemente en sí:
– Espíritu de la Sabiduría e inteligencia, como Salomón.
– Espíritu de prudencia y de fuerza, como David.
– Espíritu de temor y de conocimiento de Yavé, como Moisés y los Patriarcas.
El cumplirá la primera función de los reyes de ese tiempo, que era establecer la justicia. Será el lugarteniente de Dios, atento a los pobres y a los débiles. Isaías y los profetas no saben decir cuándo y cómo se realizará el reino de Dios, pero sí saben que allí serán dignificados los pobres y los débiles. Al hablar del Espíritu de Dios y de las obras espirituales que seguirán, piensan primeramente en la justicia. El que protege a los débiles y lucha por la justicia tiene lo que es propio del Espíritu y de la “vida espiritual”.
La renovación del pueblo de Dios se comunicará a la naturaleza. El león comerá hierba…seguramente es esta una figura poética, pero apta para recordarnos que Dios piensa en un mundo nuevo: el cielo nuevo y la tierra nueva del Apocalipsis. Allí Juan describe a Cristo triunfante, usando las imágenes del presente texto (v. Apoc 19,11-15).
A partir de Isaías, los profetas contemplarán al Mesías, o sea al Rey futuro ungido por Dios, como al hombre del Espíritu. Ver, en la segunda parte del libro, Is 42,1. El Evangelio de Lucas dirá de Jesús: “el Espíritu de Dios está sobre mí” (Lc 4,18). En la Iglesia, cuando se comunica el Epíritu de Dios a los creyentes por el sacramento de la confirmación, se recuerda el Espíritu de sabiduría, de inteligencia, de fuerza, etc.