Anotación a Hech 6, 8

      Hasta entonces, los apóstoles no habían tenido la oportunidad de pensar en anunciar el Evangelio fuera de Jerusalén. Y tampoco se dieron cuenta de que su fe en Cristo hacía inútil la religión judía, sino que para ellos, venía a complementar ésta.
      Sin embargo, los “helenistas” de los que se habló recién, eran más abiertos al mundo exterior. Esteban, uno de los Siete, helenista, es el primero que se da cuenta que la Iglesia debe salir de su molde judío. Lo comprende y lo dice. Ese había sido uno de los motivos de la muerte de Jesús y también Esteban va a ser muerto por eso, sin juicio.
      Los que disputan con Esteban, lo acusan de que cambia la religión y las costumbres. Piensan que la manera de mantenerlas es matarlo. Así han pensado muchos en todas las épocas: matar a hombres para detener las ideas; lo mismo ha ocurrido también, desgraciadamente, en tiempos pasados en la Iglesia, tratando algunos de acallar de esa manera, a los que pedían una renovación.
      El largo discurso de Esteban recuerda cómo el pueblo de Dios persiguió a los profetas antes de perseguir a Jesús. También muestra que la religión judía bien entendida llevaba a no dar tanta importancia al culto y al Templo de Jerusalén.
      Esteban muere como Cristo. Es el primer mártir (mártir significa testigo). Es testigo de Cristo porque lo proclama. Lo es mucho más porque muere como Cristo, perdonando a sus asesinos.
      En él también se va a manifestar la Resurrección. En vez de Esteban muerto la Iglesia tendrá un nuevo apóstol en la persona de Saulo de quien aquí se habla y que, pronto se va a convertir y llegará a ser: “San Pablo”. El llevará el Evangelio también a los demás pueblos, fundando comunidades fuera del recinto de Israel. Dios escuchó así la oración de Esteban por sus asesinos. “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”, decía Tertuliano.