Anotación a Hech 2, 42

      ¿Qué pasó después con los tres mil bautizados? A lo mejor varios de ellos, peregrinos en Jerusalén, volvieron sencillamente a sus provincias. Los de Jerusalén no creyeron haber salido del marco de su religión. Todo Israel esperaba un Mesías y ellos, por su parte, lo habían reconocido en Jesús; pero permanecían fieles a la Ley y seguían haciendo sus oraciones con todos en el Templo.
      ¿Había dado Jesús algunas orientaciones a los apóstoles? No lo sabemos. Esos hombres se enfrentan de repente con graves responsabilidades y se comprueba que Jesús les había dado una formación de jefes (v. Lucas 9 y 11) cuando vivía con ellos y cuando los mandó a misionar.
      Los que han recibido el bautismo se sienten unidos por la nueva fe y buscan primeramente la vida de comunidad. Al reunirse en las casas, se forman en comunidades no demasiado grandes en que es posible que se conozcan unos a otros y puedan compartir todo como hermanos.
      Lucas nos dice lo que hacen, e importa notar en qué orden dispone sus actividades:
– primero viene “la enseñanza de los apóstoles”;
– de ahí nace el espíritu de convivencia cristiana, con atención especial a los pobres;
– solamente después se puede celebrar la “fracción del pan”, o sea, la Eucaristía (o misa);
– en las “oraciones” comunes dan gracias a Dios que los ha salvado prolongando así la Eucaristía.
      En muchas comunidades cristianas falta vida por haber olvidado el primer punto, que es base de todo. El Espíritu de Jesús se comunica a los hombres por la Palabra y por la Eucaristía: éstas serán la fuente del dinamismo de la Iglesia. El interés por la Palabra de Dios tiene que ser la razón que reúna a los creyentes.
      La expresión fracción del pan podía designar una comida como la que tomaban los judíos, pronunciando una bendición antes de partir el pan. Pero, muy pronto los cristianos la reservaron para designar la Eucaristía, o sea, Acción de Gracias, renovación de la Cena del Señor.
      Gozaban de la simpatía de todo el pueblo. No era, de ningún modo, una secta cerrada como algunos han querido afirmar. Por el contrario, eran ciudadanos honestos y estimados. De ahí las numerosas conversiones que lograban. El texto da a entender un cambio moral en su vida. Lo más característico de este cambio era la convivencia fraternal en un ambiente de inmenso gozo y sencillez de corazón.