Anotación a Hech 15, 13

      Otorgada la libertad respecto de la ley judía a los creyentes de origen pagano queda por resolver un problema de carácter práctico. ¿Cómo harán las comunidades en que se mezclan creyentes de las dos razas? Pues varios que son de origen judío se niegan a convivir con los de origen pagano, si no se circuncidan y acatan la Ley. Aceptan tenerlos como “hermanos  Cristo”, pero se niegan a comer en la misma mesa, por miedo a quedar manchados.

      Varios especialistas creen que Lucas juntó aquí, para acortar su relato, dos reuniones diferentes. Primero hubo la que acabamos de leer (15,5-12) y que Pablo cuenta en Gál 2,1-10. Solamente después se presentaron dificultades en Antioquía relativas a la convivencia de judíos y griegos (v. Gál 2,11-14). Entonces Santiago, responsable de la Iglesia de Jerusalén, dicta el decreto que vamos a leer (v. en Hechos 21,25 donde los presbíteros lo recuerdan).

      La decisión que se toma no interesa a las Iglesias que Pablo va fundando por el mundo pagano, sino a las Iglesias mixtas de judíos y griegos, de la propia diócesis gobernada por Santiago, es decir, Palestina, Siria y Cilicia. En estas provincias los judíos y griegos convivirán en la misma comunidad sin tener en cuenta las prohibiciones de la Ley. Los griegos, por su parte, se abstendrán de comer carne sacrificada a los ídolos o carne con sangre, por consideración a los hermanos judíos que aborrecen tales prácticas.