El libro de los Hechos empieza donde termina el Evangelio de Lucas: la Ascensión de Jesús.
Jesús ya está en la gloria del Padre desde el día de la Resurrección. Si durante cuarenta días (cifra simbólica que no es necesariamente exacta) Jesús sigue apareciéndose a los suyos, ya no es de la tierra. La última vez que se les aparece, quiere despedirse en forma más solemne y que les dé a entender que vive en la gloria del Padre; ya no está en algún lugar material del universo, sino en ese centro espiritual desde donde Dios dirige la historia del mundo.
Jesús fue levantado. Jesús quiso desaparecer elevándose de la tierra porque los hombres de ese tiempo se imaginaban el cielo por encima de sus cabezas. Sabemos en realidad que el cielo no está ni arriba ni abajo, y que no se puede ubicar en nuestro universo material.
Una nube lo ocultó. A lo mejor, la nube de que se habla no es una nube cualquiera, sino la que en la Biblia simboliza la presencia de Dios, como la que acompañó al pueblo judío en el desierto y que había cubierto a Jesús en la Transfiguración (v. 1 Reyes 8,11 y Marcos 9,6).
El diálogo de Jesús con los apóstoles aclara tres consecuencias de la Resurrección:
– ¿Vas a restablecer el Reino de Israel? El Reino que Jesús inauguró al resucitar no será un Reino material en la tierra de Israel como los esperaban los judíos y también los apóstoles hasta ese momento.
– Recibirán la fuerza del Espíritu Santo. De Jesús resucitado el Espíritu Santo pasará a los creyentes: serán bautizados, o sea, sumergidos en el Espíritu Santo; Él es quien continuará la misión de Jesús, Él dirigirá la Iglesia.
— Serán mis testigos. Jesús evangelizó a sus discípulos para que entregaran al mundo su mensaje.
¿Qué hacen ahí mirando el cielo? Los que conocemos a Jesús no debemos vivir apegados al pasado sino mirar al futuro, a la segunda venida de Jesús, y prepararla con nuestro compromiso de cristianos. Debemos escuchar fielmente el Evangelio que nos viene del pasado; pero sólo lo comprenderemos de verdad, ayudados por los acontecimientos actuales y venideros.