Anotación a Gál 1, 11

      Los enemigos critican la autoridad de Pablo: no es un apóstol como los que escogió Jesús. Pablo se defiende. Lo que dice aquí corresponde a lo relatado en Hechos 9, Me reveló en mí a su hijo. Pablo no solamente vio a Cristo, sino que lo descubrió íntimamente presente en él y en el acto supo que Cristo está con los que creen en él.
      El caso de Pablo, que fue llamado directamente por Cristo, es especial. Sin embargo, vemos que Pablo no se impuso en la Iglesia. Cristo lo mandó a pedir el bautismo de Ananías. Y después se unió a Pedro, jefe reconocido de la Iglesia y a Santiago, jefe de la Iglesia de Jerusalén. Esta “unión” o “comunión” es indispensable para que se pueda actuar en nombre de la Iglesia. Pero no es igual a la obediencia existente en el ejército o entre jefes y subordinados. Después Pablo dice: Reconocieron las gracias que me concedió Dios. (2,29): es decir, que admitieron que el Espíritu Santo actuaba por Pablo. Los responsables de la Iglesia no deciden por su gusto sino que tratan de obedecer al Espíritu Santo, el cual habla a través de los hechos.