Anotación a Ez 2, 9

      Come este libro. La visión del libro describe en forma simbólica el llamado de Yavé a Ezequiel, para que desempeñe su misión de profeta. Empieza en 2,1 y solamente destacamos la segunda mitad en que se concluye también la visión de la Gloria de Yavé (3, 12-13).
      Te mando a una generación rebelde. Esto se parece a lo expresado por otros profetas. Cuando Yavé envía a Isaías, no le indica sino el efecto contraproducente de su misión: que el pueblo se endurecerá. En el caso de Ezequiel, hay más optimismo; enviado a los rebeldes debe hacerse más firme y tenaz que ellos para romper la coraza de su duro corazón. De hecho, Ezequiel no cesará de discutir, pelear, argumentar. Pablo también dirá que el que evangeliza debe enseñar a tiempo y a destiempo (2 Tim 4,2) sin desalentarse nunca.
      Aliméntate de este libro que te doy. El profeta debe comerse un libro que está escrito por dentro y por fuera. Comer significa que debe interiorizarse y compenetrarse de la palabra de Dios. Se trata de libros antiguos, que eran rollos de pergamino o papiro.
      En los principios, Ezequiel, solamente transmitió anuncios de muerte. Así se comprende que el contenido del libro sea de ayes y lamentos. (2,10).
      Lo sentí en mi boca dulce como la miel. Ezequiel come estos anuncios de desgracias que a él le parecen dulces: el profeta ha tomado el partido de Yavé y acepta totalmente sus designios por terribles que parezcan a los hombres. Jeremías, al compartir la indignación de Yavé, conservaba su corazón humano y sufría por los sufrimientos de su pueblo. En cambio Ezequiel no se siente dividido: lleno de amargura y del furor de Yavé, enfrentará a sus compatriotas.

      Así, con los ejemplos de varios profetas, la Biblia muestra cómo la Palabra de Dios aparta al hombre de los suyos (v. Mateo 10,34) Cualquier creyente, llamado a hablar a los demás o a ponerse al frente de ellos, empieza a conocer este conflicto. No les dice lo que desearían oír, ni tampoco se deja impresionar por los clamores de los cobardes y de los cómodos que suplican los dejen vivir a su gusto. Siempre costará perder la seguridad que uno tiene cuando se siente de acuerdo con los demás. El creyente verdadero acepta ponerse de parte de Dios y luchar a veces solo contra la corriente.