La destrucción del reino de Judá se hace en dos etapas:
– 598 antes de Cristo. Acaba de morir Joaquim. En la ciudad sitiada, su hijo Joaquín se rinde. Primer destierro a Babilonia de las élites del país. Los caldeos (los hombres de Babilonia) imponen a Sedecías como rey.
– 587 Sedecías se rebela contra los caldeos; éstos vienen a destruir Jerusalén así como su Templo. Segundo destierro a Babilonia.
La Biblia afirma que esta destrucción, como la de Samaria, no habría sucedido, porque Dios es fiel a su alianza, sin una acumulación de faltas y rebeldías. Hasta los últimos momentos, todo podía salvarse si el rey Sedecías hubiera escuchado las advertencias del profeta Jeremías (Jer 38).
Por otra parte, contra toda esperanza la nación judía va a renacer de sus cenizas, setenta años después de su destrucción. La historia nos muestra que los grandes imperios: Heteos, Asirios, Caldeos, desaparecieron definitivamente: solamente se encuentran sus estatuas en los museos y sus archivos desenterrados después de treinta siglos de total olvido. Al contrario, el pueblo de Judá volveré a su tierra. Purificado por la prueba y alentado por los profetas, volverá en busca de una Nueva Alianza con su Dios, más sincera e interior. Volverá del destierro guiado por Zorobabel, descendiente del rey Joaquim y antepasado de Jesús.