Anotación a 2 Re 21, 1

      Sigue la experiencia trágica del pueblo de Dios. Después de Ezequías y sus reformas, su hijo Manasés toma la actitud opuesta.
      Un rey incrédulo que además promueve abiertamente la idolatría y persigue a los fieles de Yavé como Jezabel lo había hecho un siglo antes en Israel. Manasés con su gobierno impío y lleno de crímenes logra destruir las esperanzas puestas en los descendientes de David, a raíz de las reformas de Ezequías: los hombres no son capaces de dirigir ni de hacer solos el Reino de Dios.
      Hicieron cosas peores que las que habían hecho las naciones. El creyente que no permanece fiel fácilmente se descarría más que el malvado.
      Fue un reino de cuarenta y cinco años en que debieron callarse o esconderse fieles y profetas. La traición a la Alianza de Yavé fue tal que después de muerto Manasés, los profetas lo hicieron responsable de la caída de Jerusalén.
      Lo sigue su hijo Amon. Al ser asesinado éste, la gente del pueblo fiel a David, como en los días de Atalía, establece como rey a su hijo Josías, un niño.