Anotación a 2 Re 17, 7

      La destrucción de Samaria tiene clara explicación para los historiadores: no podía resistir a Asiria su poderoso vecino y además le faltó la ayuda de Egipto. Sin embargo, la Biblia indica que la causa profunda es el haber traicionado a Yavé que nunca abandona a sus elegidos.
      Siempre los historiadores alaban a su pueblo y tratan de disculpar sus fracasos. Todo lo contrario, los profetas de la Biblia acusan a su propio pueblo. Israel no es una nación como las demás. Fue elegido para servir a Yavé y si no lo sirve no tiene ya razón de existir.

      Sirvieron a sus repugnantes ídolos. Esa fue la raíz de todos los pecados de Israel. Israel se cansó de un Dios que no se ve y se interesó por los que se pueden ver y palpar. En todos los tiempos, el hombre se busca ídolos. Conocemos el culto del auto, de la televisión, de todo lo que se compra y que maravilla a los hombres. También están los dioses de carne, ídolos de la canción y del deporte, dioses por poco tiempo, pero más seguidos que el Dios que vive. Las religiones paganas invitaban a tener relaciones con las prostitutas sagradas. Ahora, se pensará en las revistas “sexy” y cierta cultura que prostituye a la mujer, llevándola al servicio de un dios que no es el amor sino el sexo. Se habla de sacrificios de niños, como vimos en 1 Reyes – 16,34. Se habla de pronósticos y adivinación, cuyas formas modernas son los horóscopos y el espiritismo.
      Fueron tras dioses vanos y se hicieron vanos ellos mismos. Jeremías dirá también: “Sirvieron adioses extranjeros y por eso los enviaré como esclavos en tierras extranjeras” (Jer 16,13). Y Pablo dirá: “Porque deshonraron a Dios, él a su vez hizo que se deshonraran a sí mismos” (Rom 1,24). Así, del desprecio de Dios viene la corrupción del hombre, y el que sirve a sus codicias y pasiones, prepara una sociedad esclavizadora.