Aquí, se describe la caída del reino del norte. Samaria es tomada en 721 antes de Cristo. Sus habitantes son desterrados al otro extremo del imperio asirio, y habitantes de esas provincias lejanas son traídos en su lugar, mezclándose con el pueblo del campo. Esta era la costumbre de los conquistadores asirios: desplazar y mezclar las poblaciones de varios pueblos para impedirles rebelarse.
A partir de este momento, los samaritanos, o sea los israelitas del norte, serán un pueblo mestizo racial y religiosamente, por lo que los israelitas de Judá nunca los considerarán como sus iguales. En el tiempo de Jesús, siete siglos después, los samaritanos serán los vecinos en que hay más recelos y enemistades que convivencia (v. Juan 4,9 y Lucas 9,53).
Así desaparece el más importante de los reinos originarios del de David y Salomón: dos siglos han transcurrido desde la muerte de éste. Entre los judíos quedará una esperanza: cuando venga el Mesías reunirá a Judá e Israel y llamará a todos los que estaban dispersos entre las naciones (v. Ez 37,15).