Anotación a 1 Re 3, 4

      Es muy célebre el “sueño” de Salomón. En la Biblia, muchas veces Dios se comunica por medio de sueños (v. al respecto el comentario de Gén 37). Tal vez este sueño es solamente una comparación, por medio de la cual el autor del libro nos da a entender con qué espíritu Salomón empezó a reinar.
      Pídeme lo que quieras. Esa es la oferta de Dios al joven Salomón, su amado. Es el ofrecimiento de Dios a cualquier joven que se enfrenta con sus responsabilidades por primera vez. Su vida no será un destino impuesto, sino que Dios le dará de alguna manera lo que él mismo deseó. “¿Qué buscan?” Esta es la primera palabra de Jesús a los discípulos que lo siguieron (Juan 1,38).
      Tú has tenido gran amor a mi padre David. El joven rey no parte de cero. Todo lo que tiene lo debe a sus padres, y todo lo que debe a sus padres fue gracia de Dios. Salomón sabe que Yavé se comprometió con David para siempre: “Nunca rechazaré a tus hijos”.
      Dame la capacidad de juzgar bien. Salomón se preocupa por cumplir sus responsabilidades. “Juzgar bien” significa en realidad: gobernar bien. Todo Israel cuenta con que Salomón le dé paz y justicia para “decidir entre el bien y el mal”, y Salomón no quiere defraudar las esperanzas de su pueblo.
      Sin embargo, Salomón tiene a la vista otras formas de sabiduría muy apreciadas en todo tiempo:
– organizar su vida para que sea larga. No tener problemas ni inquietudes, permanecer alejado de las luchas del mundo y de los sacrificios que requiere una vida noble.
– las riquezas, gozar la vida, divertirse, tener comodidades, “pasarlo bien”.
– la muerte de los enemigos, es decir, el poder victorioso, satisfacción del orgullo personal.
      Tendrás sabiduría; además te daré lo que no has pedido. Esa es la misma enseñanza de Jesús: “Busquen primero el Reino de Dios y la justicia que le corresponde y sé les dará lo demás por añadidura (Mateo 6,33).