Anotación a 1 Re 18, 17

      El sacrificio del Cerro Carmelo es una de las grandes manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento. Yavé se adelanta para conmover a un pueblo indiferente.
      Baal o Yavé. El pueblo no ve claramente la diferencia entre los dos. Los considera como dos poderes o personas dotadas de capacidades diferentes pero igualmente útiles. Yavé es Dios de la raza, auxilio seguro en el combate. Baal, al contrario, es un dios al servicio del campesino: con mandas y fiestas se le pide lluvia.
      ¿Hasta cuándo estarán cojeando entre dos caminos? Yavé obliga a los israelitas a que se definan. El creyente no debe tener dos patrones:
– Dios o el dinero (Mateo 6,24)
– Por o contra Cristo (Mateo 12,30)
– El éxito inmediato o la vida eterna (Marcos 8,35).
– Miembro cooperador de la Iglesia u oyente tibio que Dios un día vomitará por su boca (Apoc 3,6).
      El verdadero Dios es el que responderá enviando fuego. Esta será la señal: el fuego que destruye, purifica, transforma; el fuego que permite consagrar a Dios las víctimas sacrificadas. También Israel necesita ser transformado “por el fuego”, y más tarde Jesús anunciará que nos viene a bautizar, o sea purificar y renovar, “por el fuego y el Espíritu Santo” (v. Luc 3,16).
      Rogaron a Baal pero no hubo respuesta. Los que leemos las burlas de Elías contra Baal, ¿estamos convencidos que Dios responde y escucha nuestra oración? Dios no tiene obligación de satisfacer todos nuestros deseos, pero nosotros tenemos la obligación de pedirle en tal forma y con tanta perseverancia que dé pruebas manifiestas de su presencia entre nosotros.
      Tú eres el que convierte sus corazones. El fuego, el milagro, la lluvia no tienen otro fin: Yavé ama a Israel y quiere despertar nuevamente su amor. No quiere asustarlo o dejarlo maravillado sino más bien que esos hombres rudos descubran que Dios vive y se preocupen por buscarlo.

      La victoria del Carmelo es la victoria de Yavé También es la victoria de Elías. Dios necesita del hombre y salva por medio de hombres. Nos choca la matanza que sigue; es que los profetas dependen en parte de las ideas de su tiempo: la muerte era la suerte normal de los vencidos. Además, esta matanza brutal nos enseña que la idolatría es algo más grave que la muerte corporal.