Anotación a 1 Re 12, 26

      Las doce tribus estaban unidas por la misma religión. Jeroboam se da cuenta que su autoridad será débil mientras los israelitas suban a Jerusalén para ofrecer allí sus sacrificios. Afianza la separación política por un cisma, o sea la separación religiosa.
      Levanta varios santuarios en su reino. Crea sacerdotes por nombramiento del rey (a pesar de la Ley que exigía que fueran de la tribu de Leví y de los descendientes de Aarón). Se hace becerros para figurar a Yavé, a pesar de la prohibición de representar al Dios invisible y rebajándolo al nivel de un animal.
      Al narrar la Biblia los hechos de los reyes de Israel, o sea del norte, siempre repite: “siguieron cometiendo el pecado de Jeroboam”. Así recalca la necesidad de permanecer unidos al centro que estableció Dios en Jerusalén. No basta pensar “servimos al mismo Dios” o “servimos a nuestra manera”.
      Jeroboam es el modelo de otros gobiernos que, más tarde, quisieron hacer Iglesias nacionales: en Inglaterra, en tiempos de la Reforma; en Francia, después de la Revolución; en China y países socialistas, después de la revolución comunista. Muchos católicos fueron perseguidos y muertos por haber permanecido fieles a la única Iglesia que debe ser católica, o sea universal.