Anotación a Is 50, 4

      Este poema, como el de 49,1-6 está puesto en boca del Mesías futuro. Los profetas habían anunciado a Cristo veladamente. Pero también habían presentado una imagen viva de él cuando predicaban, sufrían, cuando eran desconocidos. Moisés había tenido que soportar un pueblo rebelde. Jeremías había sido perseguido y encarcelado (v. Jer 20,7 y 37). A partir de esos ejemplos, se dibuja la figura y la misión del perfecto siervo de Yavé. Ya notamos que lo que se refiere a él también corresponde a sus profetas y a sus seguidores.
      Se notará el comienzo del poema. El Siervo podrá trasmitir la palabra y animar de parte de Dios porque él mismo escucha cada mañana y tiene el oído abierto. Para sostener al que está cansado, hay que ser enseñado por Dios: el profeta verdadero es hombre de oración y dócil al Espíritu de Dios. “Nadie conoce los secretos de Dios sino su Espíritu, y nosotros hemos recibido este Espíritu para conocer lo que viene de Dios.” (1 Cor 2,11).